Como todo, los avances en la tecnología generan cambios profundos en la sociedad y la literatura da cuenta de ello. En esta clase, la narrativa del siglo XXI y sus particulares formas. El análisis de una narrativa en formación.
Por Emilio Teno y Mariano Taborda
A diferencia de siglos anteriores, el primer cuarto del XXI está signado por la inestabilidad y el dinamismo. Nunca antes hubo tan poca estabilidad para pensar una época, el diálogo con la tradición, las perspectivas a futuro. Hay un solo consenso: la falta de consenso. Nociones como amor y familia requieren una gran cantidad de aclaraciones, notas al pie, la construcción de un lector nunca fue algo tan a ciegas. La escritura es constante: en las aplicaciones de mensajería instantánea, en las redes sociales; el mundo está inundado de texto. Y la pregunta de Víktor Shklovski y los formalistas rusos sobre qué hace al lenguaje poético (literario) es cada vez más compleja y difícil de responder. Hay ficción y es probable que mientras exista la especie humana, haya ficción. Pensemos, a partir de algunos puntos, a la literatura, y a la ficción narrativa en particular, en esta época.
Los temas
De Homero hasta hoy los textos literarios versaron sobre algunos temas puntuales que se repitieron durante casi tres mil años. Lo que cambió fueron los universos, cada época crea unos universos literarios: define qué es literario y qué no, cuáles disciplinas, actividades, elementos, intereses pueden vivir en las narraciones y cuáles no. Aún hoy parece ser más literario un teléfono de tubo y cable ensortijado que un smartphone; los personajes aún escriben cartas a mano; un tocadiscos sería más sensible que la reproducción en Spotify. Dos viejos adagios sirven para pensar lo nuevo. Lev Tolstoi recomendó pintar tu aldea para así pintar el mundo. György Lukács dijo que donde hay praxis humana hay posibilidad de arte.
Los temas están agotados hace siglos; no pasa lo mismo con los universos, que siempre se renuevan, son dinámicos como la realidad. Con universos no nos referimos al contexto o al marco espacio-temporal en los que transcurren las ficciones; nos referimos al ambiente, los intereses y las lógicas que determinan la ficción y que si fueran reemplazados por otro el texto sería distinto aunque conserve el argumento. Qué pasa si la historia de dos amigos adolescentes que se enamoran transcurre en el universo de los gamers y el proceso de enamoramiento ocurre mientras juegan online; o si esos adolescentes entrenaran en un box de crossfit mientras el entrenador los arenga; o si son dos repartidores de una aplicación y solo se encuentran cuando el azar de los pedidos lo permite.
Los gamers, tiktokers, instagramers o cualquier otra actividad de las que crecen y proliferan son tan literarias como la biblioteca, el jazz, el humo que sale de la pipa, un barco, una enciclopedia. Hay praxis humana, hay posibilidad de creación artística.
La forma
No hay una respuesta definitiva de cómo podría o debería ser una narrativa del y para el siglo XXI; tal vez sí, por negatividad, se podrían definir algunos elementos propios de la herencia decimonónica. Los textos que nos formaron, esos que no leímos sino que nos fueron leídos son los cuentos infantiles: un narrador en tercera persona omnisciente que todo lo sabe, que imagina un lector con mínimas herramientas, acaso todo lo contrario a un lector, alguien que debe luchar para conseguir la paciencia necesaria para ingresar en la ficción. Ese cuento que suele dejar una enseñanza clara sobre el final, es muchas veces, por vínculo emocional, el primer recuerdo de lectura. ¿Cuál es el rol de una obra de arte? Tal vez deba generar más respuestas que preguntas. Entonces, hacia adentro del texto, en el cómo está hecho, en el trabajo con la materialidad del lenguaje, es lícito pensar en alejarse de la ataduras de la literatura pensada para enseñar.
Los textos que nos formaron, por un lado, y los textos que construimos a diario, con las lógicas de inmediatez y pragmatismo de la mensajería instantánea, y la reproducción de estructuras en las redes sociales, por otro, son dos mundos muy lejanos. Otra vez la pregunta que hizo nacer a la crítica literaria: cómo extrañar el lenguaje, cómo demorar su recepción, cómo verlo como si fuera por primera vez. El lenguaje está en todos lados todo el tiempo.
El lector
Hay una idea muy difundida en los últimos tiempos y es que ya no se lee. En general es una acusación de los adultos hacia los jóvenes; como si las sagas juveniles no tuvieran cientos y hasta miles de páginas, como si no existiera algo que el mercado se encarga de difundir y potenciar, la literatura juvenil. El lector se define por la acción de leer, no hay lector que no lee, tal vez sí ex lectores. Pensemos en los lectores que leen.
Los formatos son múltiples, desde computadoras, tablets, e-readers, smartphones o desde el viejo, perfecto e inmutable libro de papel, la acción es igual desde siempre: soledad, silencio y lectura. La vida tiende a la especificidad, también la lectura. El lector del siglo XXI no llega al texto porque no hay otra cosa que hacer, porque el folletín del capítulo de la novela es muy barato, porque no hay cine, ni tevé para pasar el rato de ocio; el lector que se enfrenta, en cualquier dispositivo, a un texto no lo hace a partir del consenso porque no ya casi no hay consensos: hace veinte, sesenta o doscientos años cuando se decía amor se pensaba en algo, cuando se decía familia se pensaba en algo, cuando se decía progreso. La miríada de sentido hace que la búsqueda de consenso, de educar, del tutelaje de los cuentos infantiles carezca de sentido. El texto debería profundizar en la búsqueda, en la inestabilidad; eso es, sin más, la creación.
Las otras ficciones
La pandemia demostró que no se puede vivir sin ficción. Cuando no hubo mundo allá afuera, cuando salir a la calle estuvo prohibido, los libros, las películas, las series, hasta las obras de teatro filmadas fueron, no solo el refugio, sino la condición necesaria para subsistir. La ficción cobra sentido cuando las respuestas que la vida material y ordinaria no alcanzan, cuando no hay futuro, cuando los mundos posibles son necesarios. Es probable que mientras exista la especie humana y mientras la especie humana tenga la capacidad de crear, exista la ficción.
Qué parte de las ficciones que se crean son para la literatura escrita. Primero el cine, después la televisión y, por último, el On Demand ocuparon la centralidad que hasta el siglo XX era propiedad de la literatura. En lugar de querer disputar en un terreno perdido, tal vez la narrativa de ficción debería apoyarse en su cualidad única: en la serie el cielo que se ve es uno solo, tiene los colores que se ven en la pantalla, cuando Juan José Saer dice, en el comienzo de El entenado “de esas costas vacías me quedó, sobre todo, la abundancia de cielo” es el lector el que produce, en su mente, el tono exacto del celeste. El lector siempre es un creador.
No hay respuestas claras ni certezas sobre qué rumbo debería tomar la ficción narrativa, ni siquiera de su estado actual, porque es fugaz y dinámico. Sí hay textos, en la literatura argentina, que tienen el aura de una verdadera obra de arte, de algo que vale la pena leer, de una literatura que, más de allá de la mirada apocalíptica sobre la falta de lectura y el triunfo cada vez más rutilante de las series, está viva. Hay algo de eso en El nervio óptico de María Gainza, donde las barreras entre ensayo de arte, biografía y autoficción están diluidas; en las breves y potentes novelas de Hernán Ronsino; en los cuentos extraños de Samanta Schweblin, donde la tradición del fantástico encuentra en un estilo depurado y fresco, por momentos oscuro. Y en muchos textos que se traducen a otras lenguas, circulan, ganan premios. Y también en los invisibles, los que circulan por fuera de la corriente principal. Muchos de esos textos están escritos por mujeres; eso también es el siglo XXI.
Lecturas
“El nervio óptico” de María Gainza
“La descomposición” de Hernán Ronsino
“Pájaros en la boca” de Samanta Schweblin
Inscripción abierta al Taller de Narrativa
En agosto comenzarán los nuevos talleres de lectura y escritura coordinados por Emilio Teno y Mariano Taborda. Habrá opción de taller en formato presencial y también virtual. Para consultas e inscripciones, contactarse a 2235602796 o 2234365899.